De todos es sabido, que España es uno de los países más ruidosos del mundo. De hecho, según la OCDE —Organización para la Cooperación y el Desarrollo Europeo— es el país más ruidoso de Europa y el segundo del mundo, sólo después de Japón.
Es cierto que tenemos una ley del ruido propia desde el año 2003, además de distintas normativas locales con las que plantar cara a los escandalosos. También es cierto, sin embargo, que estas normativas no las conoce nadie, al menos según los datos de las denuncias.
La OMS afirma que cuando recibimos ruido por encima de los 69 dB estamos recibiendo contaminación acústica. Este ruido es el estándar, el que se produce con el simple tráfico rodado de vehículos o un despertador. Cuando este ruido sube ya de los 90db, se convierte en perjudicial para nuestra salud. Este ruido lo puede producir un camión de basura, una discoteca, un avión despegando o incluso el ruido de un taladro eléctrico.
Las consecuencias directas del ruido sobre nuestra salud
La contaminación acústica genera efectos nocivos importantes sobre nuestra salud y nuestra calidad de vida. Entre estos efectos producidos por el ruido ambiental excesivo nos encontramos los siguientes:
Pérdida auditiva
Significativa a partir de los 75 dB. Los sonidos repentinos y fuertes —como una explosión… pueden llegar a perforar el tímpano. Nota: si escuchas un silbido constante o tinnitus es señal de que tu audición está dañada.
Alteraciones hormonales
A partir de niveles de ruido de 60dB se observan alteraciones en diversas hormonas, entre ellas la adrenalina y la noradrenalina.
Depresión del sistema inmunitario
Firmemente enlazada a las alteraciones hormonales. Numerosos estudios concluyen que un ruido constante por encima de los 55 decibelios produce cambios en el sistema hormonal e inmunitario que conllevan cambios vasculares y nerviosos, como el aumento del ritmo cardíaco y tensión arterial, el empeoramiento de la circulación periférica, el aumento de la glucosa, el colesterol y los niveles de lípidos.
Disminución de la secreción gástrica.
Con los problemas digestivos asociados
Aceleración del ritmo cardiaco, la tensión arterial y la respiración.
Esto puede dar lugar a estrés y agravamiento de problemas cardiovasculares. Los ruidos fuertes y súbitos pueden provocar infartos en enfermos de corazón.
Perturbación del sueño
A partir de 45 dB de ruido, se producen alteraciones del sueño que pueden convertirse en crónicas.
Cansancio, dolor de cabeza, irritabilidad y aumento de la agresividad.
La falta de descanso incide desfavorablemente en el humor y la actitud.
Disminución de la concentración y el rendimiento intelectual
La falta de descanso, unida al ruido constante, impide la concentración y el trabajo mental.
Dificultad para el aprendizaje y el lenguaje en los niños
Debidos a una merma en la capacidad de memoria y atención.
Contracción de los músculos
Puede dar lugar a problemas de cervicales o espalda
¿Qué hacer ante esta contaminación?
Entre las soluciones para reducir la contaminación acústica en nuestros hogares, están las ventanas de PVC y los cristales aislantes.